Ruta por los Alpes Austriacos y Alemanes en Invierno

Hacía mucho tiempo que deseaba visitar los Alpes Austríacos y Alemanes, y como me sobraban diez días de vacaciones y estábamos ya en noviembre, me dije: “¿Y por qué no una ruta de dos semanas por la zona?

Desde que fui a California, algo cambió en mi forma de viajar. Siempre había hecho escapadas visitando ciudades o pequeños pueblos de la región. Fue en mi ruta por el norte de California cuando abrí los ojos y me dí cuenta de que sí, que las ciudades son muy interesantes, pero que la naturaleza, cuando es a lo grande y te encuentras perdido, es mucho más espectacular y te deja más marcado.

Cogí un vuelo a Munich (ida y vuelta desde allí), ya que era el aeropuerto que mejor me venía para la ruta que quería hacer (y también el que mejor me salía de precio). Si queréis hacer la ruta que os propongo, es la ciudad más accesible.

Planifiqué entonces una ruta que iba desde Salzburgo hasta Füssen (en Munich sólo planifiqué un día porque ya había estado hacía unos años), pasando por el Parque Nacional de Hohe Tauern, el mayor de Austria.

De Munich a Salzburgo en tren

Mi avión no llegaba hasta las 11.30 a Munich, por lo que tenía todo el día para ver Salzburgo si cogía una buena conexión en tren. Miré bien cómo llegar a Salzburgo desde el Aeropuerto de Munich y llegué aproximadamente a las 13 a mi destino. Hice check-in en el hostel en el que me alojaba y me puse en marcha. El primer día lo dediqué a visitar la ciudad y ver el castillo de Salzburgo, desde el que hay unas vistas espectaculares. Siendo casi Navidad además, estaba toda la ciudad decorada con motivos navideños y te encontrabas un mercado en cada plaza.

Hallstatt desde Salzburgo

El segundo día tocaba visitar Hallstatt, del que dicen que es uno de los pueblos más bonitos de Europa. Era un lugar del que había leído mucho y al que tenía muchas ganas de ir desde hacía ya tiempo, pero que por una razón u otra nunca había visitado. Si te preguntas si merece la pena la visita, te diré que sí, y mucho. 

Supongo que en verano será precioso, pero visitarla en invierno (y eso que el día estaba lluvioso), le da al entorno una atmósfera de misterio muy curiosa. Ver el pueblo a orillas del lago, rodeado de montañas nevadas y las nubes pasando entre ellas forman una postal que admirar durante largo rato.

Si visitas Hallstatt, no puedes perderte las minas de sal, las mayores del mundo. No sólo es interesante la visita, sino que las vistas desde allí, de nuevo, te sorprenderán. Entre la visita a las minas y al pueblo se me fue todo el día, aunque considero que fue un día muy bien aprovechado.

Hacía noche en Salzburgo, así que ya allí cené y volví al hostel, ya que el tercer día iba a ser movido.

Cascada de Golling, Werfen

Tras la segunda noche comenzaba la aventura alpina en Austria. Antes de cerrar dónde pasar cada noche, miré bien qué era lo que más me interesaba y cómo podía optimizar mi ruta para poder hacerlo todo. Entonces descubrí que al sur de Salzburgo, entre la ciudad y la gran cordillera, hay una zona apenas conocida que recomiendo encarecidamente: Golling y Werfen. 

La primera es una pequeña ciudad (más bien pueblo) al borde de las montañas. Muy cerca de él se encuentran las cataratas de Golling, cuya ruta hacia ellas es muy sencilla, por lo que cualquiera que quiera puede hacerla. Si te gusta el senderismo, se puede subir hasta la parte de arriba.

En los alrededores de Werfen hay dos lugares magníficos: uno es el Glaciar Eisriesenwelt (que en invierno no es visitable) y el castillo Hohenwerfen, una fortaleza del siglo XI al que merece la pena subir para admirar las vistas de los alrededores.

Zell Am See y el Kitzsteinhorn

Ese día había madrugado mucho, por lo que a las 10 ya me dirigía desde Werfen a Zell Am See, donde se encontraba el primer gran pico de mi viaje, el austríaco Kitzsteinhorn. Los alrededores del pico son bastante turísticos y tienen bastante movimiento, ya que en la montaña hay una de las estaciones de esquí más conocidas de Austria.

Aunque dormía en la vecina Mittersill, hice parada en Zell Am See y pude dejar el equipaje en las taquillas de la estación por 2 euros al día. Me dirigí entonces en autobús hacia el Kitzsteinhorn para pasar uno de los días más espectaculares del viaje. Comenzaba entonces mi ruta por el Parque Nacional Hohe Tauern, la mayor reserva natural de Austria.

El Kitzsteinhorn es una estación de esquí bastante concurrida, sobre todo en temporada alta, y el pico más alto de Austria, con una altura aproximada de 3.300m. Subir cuesta 45 euros, pero merece cada céntimo pagado, ya que desde su cima podréis divisar unas de las mejores vistas de todos los Alpes Austríacos y Alemanes.  Tened en cuenta que, si os alojais en la zona, deberéis pedir la guest card, con la que obtendréis descuentos en numerosas actividades y los transportes por la región os saldrán gratis. Además, si os alojais en Zell Am See, la subida os saldrá gratis, así que tenedlo en cuenta a la hora de buscar alojamiento por la zona.

La subida se realiza en tres pasos con tres funiculares diferentes. Cuando fui estaba nublado y fue muy curiosa la subida, pasando de un día completamente cerrado a un mar de montañas y nubes en la cima, con el sol de frente.

Os recomiendo encarecidamente dedicarle tiempo suficiente a este pico y dar una vuelta por sus zonas nevadas (ojo que estáis en la estación de esquí y no podéis caminar por cualquier lado). Tras pasar el día ahí me dirigí de vuelta a Mittersill cogiendo el mismo autobús y cambiando en Zell Am See.

Mittersill y las Cataratas de Krimml

Mittersill es un pequeño pueblo donde se respira también el ambiente de montaña de los alrededores, sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de tiendas dedicadas a los deportes de invierno y al senderismo que hay en sus calles principales. Más allá de hacer noche y coger fuerzas para el día siguiente, no tiene mucho interés, pero si quieres visitar los alrededores es un buen punto de partida.

En mi cuarto día me esperaba una de las rutas a las que más ganas tenía dentro de los Alpes Austríacos: las Cataratas de Krimml, que cuentan con una altura de 380 metros divididos en tres saltos de agua. La ruta de subida hasta la cima no es muy complicada y merece la pena, ya que te irás encontrando con diferentes vistas de la catarata, aunque en invierno se hace complicado el último tramo por la cantidad de nieve que encontrarás a tu paso. Si te propones hacer la ruta en invierno, deberás ir bien equipado para no pasar frío y no resbalar.

Entre una cosa y otra, y teniendo en cuenta que había madrugado bastante (me levanté sobre las 7), pasé todo el día en este magnífico paraje. Tras esto, intenté picar algo en el propio pueblo de Krimml, pero al ser temporada baja estaba todo cerrado, por lo que volví a Mittersill y cené en un restaurante open all day una sopa para reponer fuerzas.

Alpbach, el pueblo en la montaña

Este es uno de esos pueblos que no salen en las guías (Krimml tampoco) pero que por su ubicación se me hace imprescindible. Aunque se encuentra en un alto, está rodeado por enormes picos de roca nevados que, junto con las típicas edificaciones de madera tirolesas, crean una atmósfera para el recuerdo. Además, si practicas el senderismo, existen infinitas rutas para todos los niveles en los alrededores con las que disfrutar del entorno.

En Alpbach sólo pasé una noche, por lo que al día siguiente me tocaba un viaje largo: tres medios de transporte diferentes hasta llegar a Innsbruck, una de las ciudades más importantes de Austria.

Innsbruck, la ciudad de los Alpes Austríacos por excelencia

Nada más llegar me dirijo a la oficina de turismo a informarme sobre la Innsbruck Card, ya que anteriormente había leído que merecía la pena por los descuentos y transportes que ofrecía. Hay varias opciones, pero yo opté por la de 48 horas porque iba a pasar dos días en la ciudad y la diferencia con la de un día es de 7 euros. De esta manera puedo permitirme visitar lo que entre con más calma.

Palacio Imperial y paseo por la ciudad

El primer día, teniendo en cuenta que el check-in del alojamiento es a las 14h (en general en Austria es así), vuelvo a dejar la mochila en las taquillas de la estación de tren por 2 euros las 24 horas. Tras esto, y teniendo en cuenta que la Innsbruck Card te permite entrar en todos los monumentos, museos y transportes de la ciudad, me dirijo al palacio imperial, que sin duda merece una visita. Construido alrededor de 1460 a partir de varios edificios ya existentes, fue ampliado varias veces. Quizá las más importantes son las realizadas por la Emperatriz María Teresa, entre los años 1754 y 1773, de estilo barroco.

Tras pasar el mediodía en el Hofburg (Palacio Imperial), me decidí a subir a la Torre de la Ciudad, también incluida en la Innsbruck Card, desde la que se observan las mejores vistas de la ciudad y las montañas que la rodean. Asegúrate (si puedes elegir) de subir un día despejado, ya que si no puede que no veas las montañas.

Tras bajar, me di un paseo por el centro histórico y sus mercados, que le daban un ambiente muy navideño, para terminar admirando el famoso tejado dorado. Se trata de un tejadillo confeccionado con más de 2.500 tejas doradas, construido en 1500 para celebrar el enlace de Maximiliano I y Blanca María Sforza.

Las montañas de los alrededores de Innsbruck

El segundo día tomé un buen desayuno porque me esperaba un día entero en la montaña. Con la Innsbruck Card, el teleférico hasta la cima del Nordkette sale gratis también. Si vais en invierno, os recomiendo ir bien equipados: buenas botas, pantalones impermeables y buen abrigo. La vuelta yo la hice a pie, pero entiendo que no a todo el mundo puede apetecerle. De todas formas, si te ves con ganas y te gusta la montaña, te recomiendo bajar desde la segunda estación hasta la primera. Cuando lo hice, estaba al principio nevado (ojo, hazlo sólo si estás acostumbrado a hacer rutas y vas bien equipado).

Las vistas que irás encontrando en la bajada harán que te pares cada cierto tiempo a admirarlas. No he estado en Innsbruck en otra época del año, pero en Navidad está especialmente bonita, con las montañas de fondo nevadas y sus calles llenas de luces.

Tras la cena, me dirigí al hotel para descansar bien, pues al día siguiente me esperaba un tren a Garmisch-Partenkirchen y más montañas.

Garmisch-Partenkirchen y el Zugspitze

Tras haber recorrido la cordillera austríaca, comenzaba mi aventura por los Alpes Alemanes. El primer día en Garmisch me lo tomé con calma, pues ya llevaba muchos días sin parar y al día siguiente me tocaba de nuevo ruta. Descansé un poco en el hotel y di una vuelta por el centro, típico pueblo de arquitectura alpina en el que se nota la influencia del turismo de nieve. En su plaza principal había un mercado navideño donde me paré a tomar una cerveza de la región y unos Knödel (unas bolas de masa que se elaboran con diferentes ingredientes dentro) de queso y speck al solecito.

El segundo día, por la mañana, tenía planeada la ruta por Partnaklamm y por la tarde subir al Zugspitze. Primer consejo: mirad antes por internet si las gargantas están abiertas o cerradas, porque cuando llegué al comienzo de la ruta había un cartel que indicaba que estaban cerradas debido a una tormenta.

Al ver esto, puse rumbo al Eibsee y al Zugspitze, la montaña más alta de Alemania (con aproximadamente 2.900 metros). Como en el caso del Kitzsteinhorn, las vistas desde su cima son espectaculares. Merece la pena el gasto de los 48 euros que cuesta la subida para admirar los picos más altos de los Alpes Austríacos, Alemanes e Italianos y el Lago Eib y parte de Baviera. Tras alguna ruta que otra y no parar en todo el día, cené y a esperar al día siguiente, cuando me dirigiría a Oberammergau para ver sus casas pintadas con motivos de cuentos, el Monasterio de Ettal, donde los monjes elaboran su propia cerveza, y el palacio de Linderhof, una de las construcciones de Luis II, el apodado rey loco.

Füssen y Neuschwanstein

El centro de Füssen bien merece una visita con calma, por lo que si vas, te recomiendo ir más de un día para tener tiempo de todo. Además, si vienes en Navidad, no puedes dejar de visitar el mercado navideño de la ciudad, situado en el patio del  museo.

Para conseguir entrar con seguridad en Neuschwanstein (que es para lo que seguramente viajes hasta aquí), hay dos opciones:

  1. Reservar la entrada por internet.Ten en cuenta que debes hacerlo por lo menos dos días antes de la visita. Si tienes muy claro a qué hora podrás recogerlas, esta es la mejor opción, ya que te aseguras entrar.
  2. Ir a la taquilla y comprarlas. ¡Ojo! Sólo se pueden adquirir entradas para el mismo día, así que si vas en temporada alta o no quieres que esté atestado de gente, te recomiendo ir temprano.

En la taquilla se pueden adquirir entradas para ambos castillos y el Museo de los Reyes Bávaros. Yo adquirí sólo la entrada para Neuschwanstein (13 euros), cuyo tour guiado dura aproximadamente 35 minutos.

Tras pasar la segunda noche en Füssen, solo me quedaba el tren de la mañana siguiente a Munich, desde donde volaba de vuelta a Madrid. El último día me lo tomé con calma, porque ya había viajado a Munich anteriormente. Mi ruta por los Alpes Austríacos y Alemanes llegaba a su fin.

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